Pienso que el papel de un psicoterapeuta tiene que ver con llevar a la luz, hacer consciente y ayudar a comprender lo que permanece en el fondo de todos nosotros y que nos hace sufrir. Esto es trasladable tanto a las personas individuales como a las organizaciones donde estas personas pertenecen, y esto es precisamente lo que ha llevado a un psicólogo vocacional como yo, a ocuparse de la mejora de los procesos de negocio de una organización durante diecinueve años, ya que no es por casualidad que estos procesos son diseñados y conducidos por personas.

Por otro lado, a lo largo de mi trayectoria laboral nunca he abandonado mi verdadera vocación, la psicología clínica y su práctica profesional con el fin de ayudar a las personas a alcanzar un mejor nivel de vida interno o bienestar emocional, y reducir su dolor mental.

Empecé mi formación clínica en Salud Mental tras acabar mi Licenciatura en Psicología en 1999, y desde el inicio tuve la oportunidad de trabajar en verano haciendo sustituciones en la Unidad de Salud Mental de l’Hospitalet de Llobregat, dónde había empezado mi especialización, y años más tarde seguiría haciendo allí mis prácticas y llevando mis primeros tratamientos, así como también en la Unidad de Psicoterapia Psicoanalítica de Adultos (UPPA) de Montjuïc, vinculada a la Fundación Sant Pere Claver.

Una vez acabada toda mi especialización en psicoterapia, en 2009 decidí emprender mi singladura profesional como psicoterapeuta a nivel privado.

Desde ese momento y en paralelo a mi paso por la empresa privada, he continuado siempre vinculado al mundo de la psicoterapia, con el fin de profundizar en el conocimiento y la comprensión de las emociones, su tratamiento, y su papel predominante en nuestra vida mental. Porque como decía el Principito: “Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.”